Una familia española, por motivos económicos durante la dictadura franquista, vio necesario emigrar a otro país y la mejor solución era Alemania. El problema era que la hija más pequeña tan solo tenía tres añitos, por lo que los padres tuvieros que reflexionar si dicha emigración iba a ser lo mejor para ella. Sabían que quedarse iba a suponer un gran obstáculo para encontrar trabajo, pues España atravesaba una decadencia ecónomica debido al aislamiento internacional llevada a cabo por la dictadura. Por este motivo, la familia decidió poner rumbo a Alemania.
La maleta que llevaban era de madera, y la pequeña, llamada Lucía, tenía como maletita una caja de zapatos. No tardaron en encontrar vivienda y trabajo, ya que la situación era mucho mejor en aquel país.
Lucia fue creciendo conforme aprendia el alemán en la escuela, de modo que hablaba mejor el idioma de dicho país que el español. En la escuela Lucía era muy querida y cuando llegaba a casa sus padres la veían feliz, la veían divertirse, con una sonrisa que no se la borraba nadie, lo cual les daba satisfacción y confianza para seguir adelante. Por otra parte, sus hermana y hermano mayor trabajaban para llevar dinero a casa y así poder comer y vivir plácidamente
Con once años, Lucía dejó de ser la pequeña de la casa y empezó a trabajar en una cafeteria lavando vasos y platos. El día a día era más duro para ella, pero la situación seguía siendo encantadora para ella, pues en el colegio la profesora la sentaba en sus piernas mientras la clase hacía un corro alrededor. A la profesora le encantaba que Lucía hablase algo en español porque a ella le gustaba mucho el país, y hacía esto para que todos la escuchasen. De esta forma, Lucía sentía una apreciabilidad por parte de todos.
Cuando cumplió los dieciocho, le ofrecieron un trabajo como traductora en unas oficinas de Cáritas, pero el empeño de su hermano y de su hermana por hacer la mili y casarse respectivamente en España, llevaron a la familia al deseo de volver a su antiguo hogar, y la mejora ecónomica, como siempre en esa época ayudó a tomar la decisión.
Lucía, a pesar de todo lo conseguido, rechazó el trabajo porque también quería volver a su España, pero con ganas de volver algún día al país que la vio crecer.
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