Diego, un chico mexicano, se decía una vez y otra a sí mismo que siempre hay solución para todo en esta vida.
Su problema no era como el de los chavales de su edad, él tenía un problema hormonal que le impedia crecer con normalidad y por lo tanto era muy bajito. Añadido a este inconveniente le encantaba jugar al baloncesto, cosa difícil cuando apenas mides 1,50. Pero aún así, el mayor problema era la falta de dinero para pagar el tratamiento, por lo que sus padres se mataban a trabajar sin obtener resultado.
Se podía decir que encima Diego no era un buen estudiante, pero le encantaba el deporte. Su padre siempre le decía que de no ser por la altura, sacaría a la familia de pobre por como se desenvolvía con un balón de baloncesto. Y es que ese era el sueño de Diego, ser reconocido en todo el mundo por jugar a este deporte.
Jugaba en un equipo donde no cobraba nada, por lo que un día reflexionó con sus padres la posibilidad de ahorrar e intentar hacer las pruebas para un equipo de basket norteamericano. La única dificultad era viajar a Estados Unidos.
Sus padres, después de varios meses trabajando, consiguieron el suficiente dinero para viajar e intentar la única oportunidad de poder tener una vida más adecuada y pagar el tratamiento. Pero solo viajaron Diego y su papá.Estuvieron varios días hasta que Diego pudo hacer la prueba, siempre con el temor de que su altura fuera un obstáculo, pero ese día no era el día de ponerse nervioso y Diego lo hizo de lujo, fue el partido de su vida. Enseguida los ojeadores preguntaron por el nombre del chico y se reunieron con padre e hijo. Entendieron la patología que sufría el chico y la necesidad de pagar su tratamiento,además, dieron trabajo a su padre.
A Diego no le importaba dejar amigos y recuerdos atrás para cumplir su sueño, por lo que toda la familia emigró a EE.UU y vivieron viendo como su hijo llegaba a lo más alto.
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