Samuel quedó pasmado en la calle mientras arboles y casas caían con gran facilidad. Se encontraba solo después de que su amigo Seydou echara a correr hacia su casa para salvar a su familia. Cuando Samuel reaccionó ya era demasiado tarde, no se pudo despedir de su familia, pues cuando llegó a casa estaba totalmente derrumbada. No se podía creer todo aquello, lloraba mientras buscaba entre los escombros a sus padres y hermanos, pero no encontraba señales de vida. Aunque aquel suceso infausto había finalizado, no así su angustia, y es que el terremoto había dejado a la mayor parte de la población de Libia en las mismas condiciones.
Casi todo el país era un caos, todos pedían ayuda, cada vez era mayor el número de cadáveres, y entre ellos estaban los de los familiares de Samuel. Paisanos del joven le ayudaron a quitar los escombros que dejaban al descubierto los cuerpos y éste contagió a los que le rodeaban su terrible tristeza. Lloraban sin compasión, ya nada se podía hacer.
Libia empezó a recibir ayuda de los paises europeos logrando salvar a muchos sobrevivientes.El día a día iba devolviendo a la población a la realidad y Samuel se dio cuenta de que ya no le quedaba nada en el mundo, pero si algo por lo que luchar, su vida, aunque sin posibilidad de salir adelante en su país.
Tras varios meses le propusieron viajar en una patera en busca de otra vida, y no tardó en aceptar la propuesta. Salió junto con 45 paisanos más que lo habían perdido todo y con la esperanza de llegar a tierra. Tras semanas y semanas de sufrimiento, calor y una gran de deshidratación y hambruna, llegaron a España, donde fueron atendidos por el samur y llevados al Hospital. A pesar de todo, Samuel sonreia de felicidad, creía tener lla posibilidad de tener otra vida, aún sin saber si sería deportado a su país...
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